Hoy vi en el blog de Yoanni Sanchez una bloggera radicada en cuba, algo que me cimbro, me recuerdo lo poco que valoramos las cosas, me recuerda cuando he tirado la charola de carne porque ya tenian mucho tiempo en el refrigerador, o cuando se ha quedado sobrantes de comida que ya nadie quiere, de que aun teniendo comida en mi refrigerador, vamos y compramos comida, porque no se nos antoja lo que hay, bueno dejo pedacito de esta entrada que ella escribio y que simplemente me dio una leccion que no quiero olvidar. que no debo olvidar.
( hoy ando depre , sin ganas de trabajar, sin ganas de nada)
Voy detrás de ellos y alcanzo a oír como la niña pregunta: “Papi ¿Cuántos pollos tú te has comido en la vida?” Percibo la cara desconcertada del padre, que ha llegado al piso seis sudando por todos los poros. Su respuesta es un tanto brusca: “¿Cómo voy a saber eso? Yo no saco cuentas con la comida.” Pero la niña insiste. Evidentemente está aprendiendo a multiplicar y dividir, de ahí que quiera desmontar el mundo y explicarlo –totalmente– con puros números. “Papi, si tú tienes 53 años y cada mes recibes una libra de pollo por la carnicería, sólo tienes que saber cuántos meses has vivido. Cuando tengas ese número lo divides entre cuatro libras, que es más o menos lo que pesa un pollo normal”.
Me descubro siguiendo la fórmula matemática desarrollada por la chica y calculo que he devorado unos 99 pollos en estos 33 años. El hombre interrumpe mi cuenta y le dice “Mi´ja, cuando yo nací los pollos no eran por la libreta”. Caigo en cuenta de que yo sí crecí con el grillete del racionamiento ajustado a ambos tobillos, pero gracias al mercado negro, el desvío de recursos, las tiendas en pesos convertibles, el canje de ropa por comida y un montón de caminos paralelos, no sé la suma exacta de lo que he digerido. Apuro el paso y escucho la frase recelosa de la pequeña Pitágoras: “Ay Papi, tú me quieres hacer creer que antes, en las carnicerías, te vendían todo el pollo que quisieras…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario